Fóbica:
Siempre tuve muchas fobias, a los microbios, a los sapos, a las cucarachas, a las arañas, al encierro, a la oscuridad, a la muerte y a los pájaros. Probé todo tipo de tratamientos y terapias para poder superarlas. Diría que las tengo bastante controladas pero hay una que no, los pájaros siguen afectándome de manera escandalosa, lo que más me asusta son los ojos, no tanto el aleteo sino los ojos y el pico. Miré todo tipo de películas de bichos que vuelan, desde la de Hitchcock hasta esa de murciélagos, pero no hay caso, no puedo superarlo.
Golpeado:
¡Plaf! Sentí el cachetazo en la boca, la cabeza me quedó vibrando, un poco me maree, me tambalee y agarre el mantel de la mesa que apenas yo sobrepasaba. La mano era grande, o uno recuerda todo más grande porque el mundo parece inmenso. Si tenía seis, la mesa me tendría que haber llegado acá (se señala el pecho) Pero yo recuerdo mirar para arriba y ver el borde con el mantel que se deslizaba y el plato que giraba y la sopa de Vitina que caía sobre mi pecho ¡Plaf!
Huérfana:
¡Plaf! gotitas de alcohol sobre mi pancita, ardor. Tengo una imagen de ella cambiándome los pañales, así de abajo, (canta)… somewhere over the rainbow, way up high and the dreams that you dreamed of once in a lullaby…. es imposible tener una imagen tan precisa me dijeron, yo estoy segura, hacía calor, yo sentía el pañal de tela en la cola y recuerdo claramente los olores y los sonidos, el corcho de la botella de alcohol cuando destapa, el olor a alcohol que corría por mi ombligo y el frío ardor de una gotas que plaf! rebotaron en mi pancita, el algodón húmedo en la cola, el hipoglos frío en la cola, el olor frío del hipoglos. Diez días, era una bebe preciosa, es imposible me dijeron, yo estoy segura. Diez días….
Fóbica:
El otro día, en una veterinaria de la calle Belgrano me compré un loro, le dije al vendedor que me eligiera el más verde…ese le dije, no…ese y que me vendiera la jaula más cara. Era así, como la cúpula de una iglesia, como la jaula de Twity, me pareció ver un lindo gatito. Camine por Belgrano con la jaula en la mano, cuando llegué a Caseros la vereda se puso finita, estrechísima, ahí en el Huerto, ¿Por qué las veredas de Córdoba son tan angostas? La jaula rozó la pared y el loro empezó a aletear y gritar como loco, yo quede atrapada entre la baranda de la vereda y la jaula, solo tenía que soltarla, dejarla caer pero no pude, me agarre de la baranda y tome aire por la boca, me híper ventilé, el mareo fue tan grande que me hizo tambalear justo cuando un colectivo pasaba por Caseros, el color turquesa que pasó delante de mis ojos me despabiló como un cachetazo.
Golpeado:
¡Plaf! Sentí el cachetazo, los labios me quedaron calientes, después se me anestesio toda la boca, como cuando vas al dentista. Plaf! cayó la sopa sobre mi pecho. Que feo quemarse con sopa de vitina, dicen que es lo peor, o con mate cocido. Caliente mi boca por el cachetazo, caliente mi pecho de sopa de vitina, gusto a sangre en la boca, los labios electrificados, plaf! el sonido de su mano en mi cara, cachete, boca, oído. Aturdido, mareado, dolorido, quemado.
Acá me quedó una marca de la quemadura, ¿ves? Cuando me afeito me duele, la piel es finita y el filo peligroso.
Había agarrado la afeitadora, me gustaba girar la rosquita hasta el máximo para ver como se abría, me gustaba sacar la Gillette y volverla a poner, los palitos encajaban justo en los agujeritos, después giraba la rosquita en el sentido opuesto hasta el máximo, las tapitas de la afeitadora se cerraban como los puentes levadizos cuando se cierran para que los autos puedan circular.
Los textos que siguen son en simultáneo:
Golpeado
Hay una película, no me acuerdo el nombre donde un auto es perseguido por la policía y no tiene otra escapatoria que aumentar la velocidad cuando el puente levadizo se está abriendo. La sirena de la policía suena, el auto sigue a toda velocidad, rompe las vallas y después en cámara lenta vuela y parece que va a pasar para el otro lado pero plaf¡ se estrella contra el borde.
Fóbica
Miré todo tipo de películas de bichos que vuelan desde la de Hitchcock hasta esa última de murciélagos, también Jurasik Park por las partes de los dinosaurios que vuelan, pero no hay caso, no puedo superarlo. Miré todo tipo de programas documentales de aves y pájaros: animal planet, la aventura del hombre, etc., etc., etc.
Huérfana
Detesto el cine catastrófico. Odio las películas de aviones que se caen, barcos que se hunden, dinosaurios que comen gente, epidemias virales, países del norte que se congelan y huyen al sur, volcanes que erupcionan, trenes que no frenan, marcianos que invaden la tierra, etc. Me gusta el cine más intelectual, Woodie Allen por ejemplo.
Fóbica:
Seguí caminando por Belgrano, con la jaula colgando de mi mano derecha y la cartera en la mano izquierda. La vereda se hacía interminable. Sentía el hueco de la axila derecha porque pretendía mantenerme lo más alejada posible de la jaula. El sudor me invadía por todos lados. Corrían gotas de sudor por mi espalda, por mi cuello, debajo de mi pelo, entre mis piernas, por mis axilas, plaf! caían gotas sobre la jaula y el loro aleteaba y gritaba como loco.
La gente me miraba asustada, como si fueran todos fóbicos y yo que creí que era la única.
Cuando estaba por cruzar veintisiete de abril, un muchacho no me sacaba los ojos de encima, no miraba la jaula, me miraba a mí a los ojos, tenía la cara triste, entonces todo se detuvo, la ciudad quedo congelada, los colectivos frenaron, el tiempo quedó como una película en pausa.
Yo cruce la calle, el chico también, lo único que se escuchaba eran mis zapatos, sus zapatos y el aleteo del loro dentro de la jaula.
No dejamos de mirarnos nunca hasta que nuestros cuerpos pasaron uno junto al otro. Yo no me di vuelta para mirarlo, estoy segura que él tampoco y terminé de cruzar la calle segura de mí misma, soberbia, despampanante, sensual con la jaula colgando de mi mano derecha. Fue un momento tan feliz, tuve ganas de darme vuelta para buscarlo, decirle, gritarle pero no me animé, corrí, me escape, me escondí.
Huérfana:
Mi mamá murió diez días después de mi nacimiento. Recuerdo claramente cuando ella me cambiaba los pañales, aunque me digan lo contrario….
Fóbica:
Cuando yo tenía diez años mi primo me encerró en un gallinero y un gallo me picoteo la cabeza, me acuerdo que miraba hacia arriba y el gallo me tiraba picotazos, yo me cubría los ojos.
Golpeado:
Miré hacia arriba, el plato de sopa de vitina cayó sobre mi pecho. Mi papa me levantó, me llevó corriendo a la pileta del patio y me acostó debajo del pico de agua mientras lloraba y me pedía perdón. Yo miraba desde abajo como sus lagrimas ¡plaf! Caían sobre mi pecho. Mi papá…
Huérfana:… solamente llegué a tomar calostro por eso soy tan enfermiza, me salen herpes sobre el labio superior, no me puedo depilar, cuando los herpes se curan quedan manchas que parecen bigotes ¿ves? Me explicaron que mis desordenes alimenticios se originan ahí, por no haber amamantado. Podría haber sido otra cosa, fumadora, alcohólica o adicta al sexo oral pero no, no tengo ninguna de esas conductas. En cambio con la comida…
Estoy mejor, desde que empecé a hablar dejé de comer.
Golpeado:
Tenía la barba negra como Martín Karadagian, nos gustaba mirar titanes en el ring todos los domingos. No era malo, se enojaba de vez en cuando y plaf! Me daba un cachetazo, pero después se arrepentía y me traía un chocolatito Jack.
Después que murió, no lloré, lo quería a pesar de su mal carácter. Yo estaba editando el video de un casamiento, mi mamá atravesó el living con las cenizas de mi papá en una bolsita de Casa Tía y se metió en el baño. Era la primera vez que ella caminaba derecha y miraba al frente con orgullo, llevaba las cenizas de mi viejo, caminaba exuberante por el piso de granito que tanto había encerado. Parecía salida de una película de Fellini, atravesó el living, se metió en el baño y plaf! la tapa del inodoro, el agua de la cadena empezó a correr. Después volvió a la cocina sin decir nada con la bolsa de Casa Tía apretada en su puño derecho. Ella era como la bolsa que se agrandaba después de dejarla caer sobre la mesa de la cocina.
Fóbica:
Dejé la jaula sobre la mesa de la cocina…la miraba constantemente desde la silla, tenía la forma de un miriñaque, parecía la jaula de Twity, me pareció ver un lindo gatito. Me fui acercando de a poco, cuando la tuve a medio metro no pude soportar el temor, sentía ahogo, miedo, todo mi cuerpo era una sola sensación de dolor.
Atravesé el living hacia el baño.
Huérfana:
Me quedaron algunos hábitos que desaparecerán con el tiempo supongo. No puedo parar de comerme los dedos y las uñas. Mi boca se llena de saliva que debo tragar para poder hablar. Tengo la necesidad de comprar en grandes cantidades un mismo producto, si una remera me queda bien, compro en todos los colores que haya. Alquilo cinco películas juntas, nunca me alcanza el tiempo para verlas a todas, las tengo que devolver pero me quedan dos sin ver, entonces las vuelvo a alquilar pero me llevo otras tres, entonces lo mismo, no me alcanza el tiempo para verlas a todas, empiezo de nuevo y sigo así, así, así y así.
El chico del video club se me queda mirando.
Fóbica:
Quedé parada en medio del baño, no podía moverme sentí lo mismo que en la esquina de Belgrano y Caseros, tome aire por la boca, me híper ventilé. Una gota caía por el grifo de la bañera, plaf!, las fui contando mientras decidía que en la número diez mi cuerpo reaccionaría: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve…
Golpeado:
Nunca le pregunté que había sentido al atravesar el living con las cenizas de mi viejo en la bolsa de Casa Tía, ni siquiera me miró. Cruzo el living como salida de una película de Fellini y yo la miré, estaba tan sensual. Ahí me di cuenta que era una mujer como cualquier otra, como cualquiera de las que filmaba sin que se dieran cuenta. Las que miraba por la calle buscando su mirada, las que nunca me miraban. Excepto una que estaba por cruzar la calle, parada en veintisiete de Abril y Belgrano con una jaula en la mano, el semáforo estaba en verde, entonces con mi mirada la obligué a que no cruce, nos miramos por un instante, el mundo se detuvo, cruzamos en simultaneo en medio del sonido urbano, nos miramos hasta que nuestros cuerpos pasaron uno junto al otro. Yo no me di vuelta, estoy seguro que ella tampoco y terminé de cruzar la calle tan feliz, cuando llegué a la vereda giré para buscarla, decirle, gritarle.
Fóbica:
Diez ¡plaf! cayo la gota en la bañera, abrí el grifo y esperé a que se llenara. Luego corrí del baño a la cocina atravesando el living, agarré la escoba enganche la jaula y la llevé hamacándose hasta el baño. La sumergí en el agua, no se hundía, era como una jaula canoa, entonces empecé a pegarle, el loro aleteaba mientras me salpicaba y me pedía por favor que no ¡plaf! y la jaula se hundió. Sentí como si el fuego de mi cuerpo se apagaba, como si me hubiese sumergido en un río purificador.
Huérfana:
¡Plaf! Diez días tenía….casi no tomé la teta, no puedo creer que todo se haya originado ahí, quiero ser amamantada ahora….quiero una mamá con dos tetas bien grandes y llenas de leche…mamá, ¿Dónde estás?, ¿Dónde estás?
Golpeado:
¿Dónde estás? Te busco entre la gente, quiero preguntarte, decíme que se siente, se te ve tan feliz, es ahí donde tenes que estar, no te das cuenta.
Fóbica:
Cada vez que voy al centro de la ciudad me escondo entre la gente para que las palomas no se den cuenta que estoy, a veces logro pasar inadvertida otras veces no. Llego a casa y me meto vestida debajo de la ducha.